La maternidad no me hizo una nueva mujer. Me hizo una versión más honesta de la que ya era. Me quitó muchas capas: la que siempre tiene respuestas, la que controla todo, la que cree que solo vale si produce, si logra algo. Ser mamá me rompió de muchas formas.
Me confrontó con todo lo que no sabía de mí: mis límites, mis heridas, mis miedos, mi necesidad de control, mi falta de paciencia. Pero también me enseñó algo que no sabía que necesitaba aprender: que está bien no poder con todo, que está bien cambiar de opinión, que está bien detenerte y simplemente estar, simplemente ser.
Y en ese proceso, me volví a armar. No como antes, no como pensaba, sino con más suavidad, con más intuición, con más fuerza emocional, esa que no se grita, pero se sostiene.
Ser mamá no me define, pero sí me transforma
No soy “solo” mamá. Pero ser mamá ha atravesado todo lo que soy. Mis decisiones, mi ritmo, mi cuerpo, mi energía, mi forma de trabajar y de crear. Y aunque muchas veces se espera que pongamos a nuestros hijos en el centro de todo, yo aprendí que para que ellos estén bien, yo primero tengo que estar bien.
Que cuidarme también es parte de maternar. Que mi libertad, mi creatividad, mi voz y mi alegría no son lujos: son necesidades.
La maternidad también es revolución
Ser mamá en mis propios términos ha sido una forma de liberación. De criar con conciencia, sin repetir patrones que no me representan. De hablar claro, de enseñar a través del ejemplo, de romper narrativas que nos limitan como mujeres, como humanos.
Me niego a ser una madre que se anula. No porque no ame, sino porque amo tanto a mis hijos, que quiero mostrarles lo que significa vivir con verdad, con pasión y con propósito.
Y también hay días en los que dudo de todo
No siempre me siento inspirada. Hay días en los que me cuesta encontrarme a mí misma entre situaciones, decisiones y agendas infinitas. Hay dias en los que me pregunto si lo estoy haciendo bien. Pero al final, hay algo que me reconcilia con todo: el amor.
Ese amor crudo, puro, imperfecto y poderoso. Ese que me conecta con la mujer que fui, con la que soy y con la que estoy aprendiendo a ser.
Ser mamá me cambió. No me hizo más sabia, ni más fuerte, ni más paciente. Me hizo más yo. Y si tú también estás en este camino, te abrazo. Con tus dudas, tus decisiones que no siempre tienen sentido para los demás, con tu forma única de vivir la maternidad. No necesitas hacerlo como nadie más. Lo importante es que lo estés haciendo con conciencia, con alma y con el corazón abierto.
Con cariño,
Diana
Diana, por favor no pares de escribir, me siento igual y por eso te admiro, te abrazo ❤️🩹🐣